Después de jugar una rato pasamos al patio de la casa y les pongo una película de dibujos proyectada en la pared de la casa. Ya han visto las películas que tenemos varias veces, pero a ellos les da igual y la miran con mucho interés cada viernes. En el patio de la casa tenemos un árbol de manga y a los niños les encanta comérselo y a parte que es para alguno de ellos algo de comida extra que tienen. Pero como ya me los conozco advertí que si al entrar se ponían a correr directamente hacia el manga y comían no podría la película y a la calle. Si antes lo digo antes pasa, la mayoría a por manga con empujones, algunos por el suelo y haciendo escándalo.
Así que toca tomar una decisión complicada, ya que muchos de ellos disfrutan de la actividad y es su único momento de ver algo diferente, pero hay que tomarla. Así que con mi portuespañol les digo que todos a la calle y que no hay cine. Muchos venían a decirme que no por favor que querían cine, pero sintiéndolo mucho, todos a la calle caras de pocos amigos.
Una vez en la puerta y ver la cara de algunos de ellos que no tenían culpa de lo ocurrido para tranquilizar el ambiente me he ido con ellos a dar un paseo por el barrio y mi sorpresa ha sido que cuando me he dado cuenta llevaba a unos 25 niños a mi alrededor algunos cogidos de las manos y hablando conmigo de lo ocurrido y admitiendo que no se merecían ver la película.
La verdad que ha sido un momento muy educativo para ellos y muy enriquecedor para mí.
Ayer que volvía a tener juegos y cine en la calle transcurrió con una tranquilidad y participación de los niños que hasta ellos mismos estaban sorprendidos.
Ya os diré el próximo viernes. Pero ayer termine muy contento por la respuesta de ellos y se lo dije. No hay que decir las cosas cuando se hacen mal, cuando se hacen bien también.
